Sex changes, capítulo 8 (fragmentos)
Pat Califia
Por supuesto, se supone que ser aceptad@ como hombre o mujer no es un trabajo arduo. Se supone que es un proceso natural y fácil. Poc@s de nosotr@s somos conscientes de la fuerza de los castigos y premios que conformaron nuestras identidades de género, a menos que ese proceso no tenga éxito. Creo que buena parte del odio y el miedo a l@s transexuales se basa en la incomodidad que otr@s experimentan cuando se ven obligad@s a recordar el dolor de un condicionamiento de género involuntario. Es más fácil creer que nunca tuvimos elección respecto de algo tan fundamental, que sólo pudimos procesar y aceptar el hecho de que la elección nos fue arrebatada y suprimida.
Es hora de que tod@s nosotr@s empecemos a revelar esa historia y a considerarla con tanto cuidado como alguna vez hicieron las incipientes feministas en los grupos de concientización. ¿Qué nos hicieron en nombre de los hombres y las mujeres, y por qué? ¿Qué puertas se nos cerraron? ¿Qué partes nuestras fueron asesinadas? ¿Qué placeres y posibilidades quedaron inmovilizadas? ¿Y sobre todo, por qué es tan importante que exista todo el proceso? ¿A qué intereses sirve? Por cierto, no a las necesidades de cada niñ@, adolescente y adult@?
Como las barreras que se ponen a la aceptación de las personas transgénero y a una alianza con las mismas son tan fuertes, quiero finalizar este capítulo con algunas preguntas que pueden contribuir a aclarar cómo el movimiento en favor de la libertad de género podría tener un efecto positivo en tod@s nosotr@s. La tiranía del género es prácticamente invisible. Tenemos que aprender a verla en acción si queremos entenderla y ponerle fin. ¿Qué seríamos si nunca nos hubieran castigado por conductas de género inadecuadas, o si nunca hubiéramos visto cómo castigaban a otr@s por desviarse de las normas masculinas o femeninas, o si nunca hubiéramos participado en la aplicación de ese castigo? ¿Cómo sería crecer en una sociedad en la que el género fuera verdaderamente consensuado, si el ritual consistiera en decidir nuestro propio género en la adolescencia o en la transición a la edad adulta?
¿Cómo sería caminar por la calle, ir a trabajar, o asistir a una fiesta y asumir que el género de la gente que conocemos no es lo primero que determinamos de su persona? ¿Qué efecto tendría eso en la forma en que trataríamos a l@s demás? ¿O en la forma en que l@s demás nos tratarían? ¿Qué tal si el género dejara de constituir un signo de privilegio, de ciertas características de personalidad o de roles familiares? Si el género fuera un fetiche sexual o un símbolo de nuestra capacidad de brindar determinados tipos de experiencia erótica o espiritual, ¿cómo constituiríamos nuestra imagen pública? ¿Qué querríamos que l@s demás supieran primero sobre nosotr@s? ¿Sería más importante identificar nuestro animal preferido, signo del zodíaco, aspiraciones profesionales, tipo de alimentación, religión, alergias, o grado de disponibilidad sexual ante l@s desconocid@s, que identificar nuestro género?
Si fuera posible cambiar de sexo con tanta facilidad como en la realidad virtual y luego volver a cambiarlo, ¿a quién no le gustaría intentarlo por lo menos una vez? ¿En quién creemos que podríamos convertirnos? ¿Qué podría hacer esa persona que no creemos que podría hacer ahora? ¿A qué tendríamos que renunciar para convertirnos en alguien de sexo opuesto? ¿Qué cambiaría en lo que respecta a nuestras ideas políticas, manera de vestir, preferencias gastronómicas, deseos sexuales, hábitos sociales, modo de manejar un auto, trabajo, lenguaje corporal, comportamiento por la calle? ¿Podemos imaginarnos convirtiéndonos en un híbrido de nuestras partes masculina y femenina, conservando las características que valoramos y abandonando las que son nocivas?
¿Cómo sería vivir en una sociedad donde pudiéramos tomarnos vacaciones del género? O (lo que es todavía más importante), del género de otras personas. Imaginemos que se crean Zonas Libres de Género. ¿Y cómo sería vivir en una sociedad en la que no se castigara a nadie por travestirse? ¿Qué tal si se asumiera que el travestismo es una etapa normal del desarrollo? Extendamos la definición del travestirse para que abarque cualquier otro papel o fantasía que alguien necesite actuar. ¿Qué tal si tod@s nos ayudáramos a manifestar nuestros seres interiores más hermosos, atractivos, inteligentes, creativos y audaces, en lugar de contribuir a su eliminación? ¿Qué tal si el travestismo y otras formas de articulación del género se convirtieran en indicadores de gente sabia y visionaria en lugar de simbolizar perversión sexual y vergüenza? ¿Qué papel tiene cada un@ de nosotr@s oculto en su closet personal, encerrado como consecuencia de la amenaza de la violencia y el ridículo?Si estas preguntas te asustan, te molestan o te irritan, sos una de esas personas a las que el transactivismo puede beneficiar, si bien probablemente no lo veas como algo beneficioso. Y si estas preguntas te divierten, te atraen y te hacen cuestionarte, es probable que ya seas transactivista. Bienvenid@s a la revolución del género.
Por supuesto, se supone que ser aceptad@ como hombre o mujer no es un trabajo arduo. Se supone que es un proceso natural y fácil. Poc@s de nosotr@s somos conscientes de la fuerza de los castigos y premios que conformaron nuestras identidades de género, a menos que ese proceso no tenga éxito. Creo que buena parte del odio y el miedo a l@s transexuales se basa en la incomodidad que otr@s experimentan cuando se ven obligad@s a recordar el dolor de un condicionamiento de género involuntario. Es más fácil creer que nunca tuvimos elección respecto de algo tan fundamental, que sólo pudimos procesar y aceptar el hecho de que la elección nos fue arrebatada y suprimida.
Es hora de que tod@s nosotr@s empecemos a revelar esa historia y a considerarla con tanto cuidado como alguna vez hicieron las incipientes feministas en los grupos de concientización. ¿Qué nos hicieron en nombre de los hombres y las mujeres, y por qué? ¿Qué puertas se nos cerraron? ¿Qué partes nuestras fueron asesinadas? ¿Qué placeres y posibilidades quedaron inmovilizadas? ¿Y sobre todo, por qué es tan importante que exista todo el proceso? ¿A qué intereses sirve? Por cierto, no a las necesidades de cada niñ@, adolescente y adult@?
Como las barreras que se ponen a la aceptación de las personas transgénero y a una alianza con las mismas son tan fuertes, quiero finalizar este capítulo con algunas preguntas que pueden contribuir a aclarar cómo el movimiento en favor de la libertad de género podría tener un efecto positivo en tod@s nosotr@s. La tiranía del género es prácticamente invisible. Tenemos que aprender a verla en acción si queremos entenderla y ponerle fin. ¿Qué seríamos si nunca nos hubieran castigado por conductas de género inadecuadas, o si nunca hubiéramos visto cómo castigaban a otr@s por desviarse de las normas masculinas o femeninas, o si nunca hubiéramos participado en la aplicación de ese castigo? ¿Cómo sería crecer en una sociedad en la que el género fuera verdaderamente consensuado, si el ritual consistiera en decidir nuestro propio género en la adolescencia o en la transición a la edad adulta?
¿Cómo sería caminar por la calle, ir a trabajar, o asistir a una fiesta y asumir que el género de la gente que conocemos no es lo primero que determinamos de su persona? ¿Qué efecto tendría eso en la forma en que trataríamos a l@s demás? ¿O en la forma en que l@s demás nos tratarían? ¿Qué tal si el género dejara de constituir un signo de privilegio, de ciertas características de personalidad o de roles familiares? Si el género fuera un fetiche sexual o un símbolo de nuestra capacidad de brindar determinados tipos de experiencia erótica o espiritual, ¿cómo constituiríamos nuestra imagen pública? ¿Qué querríamos que l@s demás supieran primero sobre nosotr@s? ¿Sería más importante identificar nuestro animal preferido, signo del zodíaco, aspiraciones profesionales, tipo de alimentación, religión, alergias, o grado de disponibilidad sexual ante l@s desconocid@s, que identificar nuestro género?
Si fuera posible cambiar de sexo con tanta facilidad como en la realidad virtual y luego volver a cambiarlo, ¿a quién no le gustaría intentarlo por lo menos una vez? ¿En quién creemos que podríamos convertirnos? ¿Qué podría hacer esa persona que no creemos que podría hacer ahora? ¿A qué tendríamos que renunciar para convertirnos en alguien de sexo opuesto? ¿Qué cambiaría en lo que respecta a nuestras ideas políticas, manera de vestir, preferencias gastronómicas, deseos sexuales, hábitos sociales, modo de manejar un auto, trabajo, lenguaje corporal, comportamiento por la calle? ¿Podemos imaginarnos convirtiéndonos en un híbrido de nuestras partes masculina y femenina, conservando las características que valoramos y abandonando las que son nocivas?
¿Cómo sería vivir en una sociedad donde pudiéramos tomarnos vacaciones del género? O (lo que es todavía más importante), del género de otras personas. Imaginemos que se crean Zonas Libres de Género. ¿Y cómo sería vivir en una sociedad en la que no se castigara a nadie por travestirse? ¿Qué tal si se asumiera que el travestismo es una etapa normal del desarrollo? Extendamos la definición del travestirse para que abarque cualquier otro papel o fantasía que alguien necesite actuar. ¿Qué tal si tod@s nos ayudáramos a manifestar nuestros seres interiores más hermosos, atractivos, inteligentes, creativos y audaces, en lugar de contribuir a su eliminación? ¿Qué tal si el travestismo y otras formas de articulación del género se convirtieran en indicadores de gente sabia y visionaria en lugar de simbolizar perversión sexual y vergüenza? ¿Qué papel tiene cada un@ de nosotr@s oculto en su closet personal, encerrado como consecuencia de la amenaza de la violencia y el ridículo?Si estas preguntas te asustan, te molestan o te irritan, sos una de esas personas a las que el transactivismo puede beneficiar, si bien probablemente no lo veas como algo beneficioso. Y si estas preguntas te divierten, te atraen y te hacen cuestionarte, es probable que ya seas transactivista. Bienvenid@s a la revolución del género.
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Pat Califia, Sex changes. The politics of transgenderism. San Francisco: Cleis Press, 1997.
Traducción de Joaquín Ibarburu
Pat Califia nació en Corpus Christi, Califonia, y vive en San Francisco. Activista y escritor, ha publicado cuentos, novelas, poesía, ensayos y artículos en distintos medios. Entre sus trabajos se encuentran: Diesel Fuel: Passionate Poetry (1997), Public Sex: The Culture of Radical Sex (ensayo), No mercy (novela, 2000) y Sex Changes. The politics of transgenderism (ensayo)
Pat Califia, Sex changes. The politics of transgenderism. San Francisco: Cleis Press, 1997.
Traducción de Joaquín Ibarburu
Pat Califia nació en Corpus Christi, Califonia, y vive en San Francisco. Activista y escritor, ha publicado cuentos, novelas, poesía, ensayos y artículos en distintos medios. Entre sus trabajos se encuentran: Diesel Fuel: Passionate Poetry (1997), Public Sex: The Culture of Radical Sex (ensayo), No mercy (novela, 2000) y Sex Changes. The politics of transgenderism (ensayo)
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