Alberto García-Alix. Fotógrafo español nacido en León en 1956. Premio Nacional de Fotografía en 1999, García-Alix expuso por primera vez en la Galería Buades en 1981. Su obra recorre diversos países y es admirada en publicaciones como Vogue, British Journal of Photography o Vanity Fair. Destacan sus retratos en blanco y negro, con series dedicadas a las motos, los presos, las estrellas del porno, los yonquis y los tatuajes. Fue uno de los protagonistas más destacados de la llamada Movida madrileña. Amante de las motocicletas y de los retratos sus cámaras Leica y Hasselblad han inmortalizado a importantes artistas nacionales e internacionles. Harleys, Tatuajes, Música y la noche han sido sus musas de inspiración.
"Las fotos son los ojos del narrador de un cuento"
Es el fotógrafo de una generación y también el cronista visual de su propia vida. Alberto García-Alix echa la vista a sus primeras fotografías de mediados de los años setenta en una exposición en Madrid y que se desdobla en otra muestra que presenta sus nuevas experiencias en vídeo.
Doble propuesta de Alberto García-Alix (León, 1956), que inaugura simultáneamente dos nuevas exposiciones en Madrid: No me sigas... y Tres vídeos tristes. En ambos proyectos, García-Alix muestra facetas inéditas, o poco conocidas hasta ahora, de su trabajo. En No me sigas
... recupera un centenar de imágenes realizadas en la década de 1976 a 1986, la etapa de sus comienzos como fotógrafo, un periodo en el que trabajaba en pequeño formato, y dirigía su cámara fundamentalmente hacía su propio entorno vital y generacional. En Tres vídeos tristes, presenta una trilogía en vídeo realizada de 2003 a 2006, entre París y Madrid, que se configura como un gran autorretrato, una mirada interior en la que reflexiona sobre su propia trayectoria, sobre su vida, y también, implícitamente, sobre su modo de entender y practicar la fotografía. A la manera de un extenso monólogo en tres partes, Alberto García-Alix pone además su propia voz al texto que acompaña a las imágenes.
Si buena parte de su obra puede definirse en cierta medida como una fotografía de la experiencia, en la que cotidianidad y memoria encuentran su punto de equilibrio, dicha definición se ajusta ahora, perfectamente, a lo que ofrecen estas dos propuestas en su conjunto. Un acercamiento al universo emocional del propio artista, a través de un arco temporal que lleva desde su nacimiento como fotógrafo a un lugar desde el que mira atrás y construye el relato de su experiencia. Si en algún momento García-Alix se ha definido como cazador de imágenes, esta trilogía en vídeo sin duda muestra las "huellas" del cazador.
PREGUNTA. Después de tres décadas de trabajo y con un estilo largamente depurado y definido, ¿es consciente de haber generado una cierta escuela y haberse convertido en referente creativo?
RESPUESTA. Soy consciente de que a mucha gente le gusta mi trabajo, pero yo no soy santo de mi devoción.
P. Saca a la luz, en la exposición No me sigas
... , mucho trabajo inédito, de un periodo de formación de su mirada fotográfica, color, pequeño formato... ¿cómo definiría aquel periodo y qué papel jugó en su trayectoria?
R. En aquel periodo, la fotografía me sedujo. Se instaló en mi vida. Comencé a educar mi ojo y fui aprendiendo a sentir lo que miraba. Lógicamente, sin aquel periodo, tanto fotográfico como vital, hoy no haría lo que hago.
P. Encuentro esa etapa, de 1976 a 1986, mucho más intuitiva, también más directamente biográfica, de cazador de imágenes; frente a un García-Alix más reflexivo, más distanciado incluso, especialmente a partir de finales de los años noventa.
R. A la fuerza esa primera etapa fue más intuitiva. Soy autodidacta y cuando comencé a tomar fotos no tenía referencias. No creo que mis fotos tengan más carga biográfica ayer que hoy, sucede que entonces sólo fotografiaba mi entorno, pero ahora sí soy más cazador de imágenes que cuando empecé, tengo más cartuchos. Es decir, más conciencia y mayor intencionalidad. Lo que veo por la cámara me obliga a ello. La presión de mirar a comprender. La necesidad de ver a buscar. Como fotógrafo debo decidir el cómo y el dónde mirar. Fragmentar lo que ven mis ojos y darle sentido. Reconocerme. Lógicamente, me he hecho más reflexivo. Pero más distanciado, no. Justamente lo contrario, cada vez estoy más cerca... Quizás, más abstracto. Las fotografías, tal y como yo las entiendo, nacen de un estado interior. También de un encuentro. De ahí su magia.
P. Sus pies de foto siempre han sido importantes en sus imágenes y daban cuenta de un impulso narrativo implícito. Ahora parece responder a esa intención explícita de narrar mediante el uso del diaporama y el vídeo.
R. Los pies de foto las hacen andar. Siempre he tenido ese impulso narrativo, nace en el mismo momento que tomo la imagen. Las fotos son los ojos del narrador de un cuento.
P. En la trilogía en vídeo, el texto es la base sobre la que se fundamenta el montaje audiovisual. En este ejercicio la imagen secuencial podría variarse y, aun así, mostraría lo mismo.
R. El texto de esta obra, o mejor, las palabras, pueden ver lo que no pueden los ojos.
P. En sus "vídeos tristes" se inclina hacia la construcción de una atmósfera onírica que entra en diálogo y tensión con la objetividad y la inmediatez de lo fotográfico. ¿Realidad y sueño?
R. Creo un monólogo interior con la realidad que vivo. El sueño es la creación.
P. En muchas ocasiones el acto de ver y el de fotografiar se funden en uno solo. En su caso, además, el acto de vivir y el de fotografiar tienden a fundirse.
R. Qué le vamos hacer, nunca he podido separarlos. Una forma de ver es una forma de ser.
P. Ha realizado muchos autorretratos a lo largo de su trayectoria. ¿Cómo ha evolucionado ese juego de miradas entre usted y la cámara? Ahora, sus "tres vídeos tristes" vienen a ser como un gran autorretrato.
R. Los autorretratos son siempre un ejercicio interesante. Desde mis comienzos puedo verme transitar por mis fotos como un personaje más. Lógicamente, los míos evolucionan, a medida que yo los voy haciendo. La trilogía en vídeo es un gran autorretrato porque es un viaje introspectivo en busca de mi identidad. El viaje comienza en París. La ciudad me es extraña, no hablo el idioma, y no puedo ni quiero regresar. He quemado las naves de retorno. La soledad y el desconcierto me envuelven. Paseo por las calles, tomo fotos y miro en mi interior; la segunda parte transcurre mientras el desconcierto ha dejado paso al dolor; éste me envuelve, inevitablemente vuelvo a mirar en mi interior. Vivo en un laberinto; la tercera y última parte, realizada en Madrid durante estos últimos meses, es la conclusión de esa mirada. Un monólogo interior con una estructura visual diferente a los anteriores.
P. Las heridas físicas y las heridas simbólicas están muy presentes en su obra. ¿La fotografía es una forma de cerrar heridas?
R. La fotografía es una forma de evidenciarlas, todos tenemos heridas, cerrarlas es cosa nuestra. Lo que sí creo es que gracias a mis fotos, me he librado de ir al psiquiatra.
P. Entre sus referencias fotográficas ha citado, en algunas ocasiones, a Walker Evans, Arnold Newman o Dianne Arbus: la frontalidad de Evans, los retratos "ambientales" de Newman, la disidencia y la discrepancia de Arbus. ¿Se siente cómodo en esa compañía?
R. Soy fotógrafo, cómo no sentirme cómodo junto a mis maestros.
P. ¿Añadiría alguno más a la lista?
R. Sí, a muchos. Sería una lista muy larga, sólo entre los amigos llenaría esta entrevista.
P. Le ha gustado confrontar la fotografía con otros soportes, especialmente con la página impresa, con la edición. Ahora con el vídeo. ¿Cómo aborda ese diálogo entre diferentes soportes?
R. Para mí todos son lo mismo. Un cuarto de juguetes.
P. Con estas dos exposiciones parece que vuelve a retomar su proyecto "de echar la vista atrás", del que ya hablaba cuando realizó en 1993 la exposición Los malheridos, los bien amados, los traidores. ¿Un largo camino desde entonces?
R. Sí, un montón de naufragios, bancarrotas, milongas y qué sé yo.
Alberto García-Alix. Fotógrafo español nacido en León en 1956. Premio Nacional de Fotografía en 1999, García-Alix expuso por primera vez en la Galería Buades en 1981. Su obra recorre diversos países y es admirada en publicaciones como Vogue, British Journal of Photography o Vanity Fair. Destacan sus retratos en blanco y negro, con series dedicadas a las motos, los presos, las estrellas del porno, los yonquis y los tatuajes. Fue uno de los protagonistas más destacados de la llamada Movida madrileña. Amante de las motocicletas y de los retratos sus cámaras Leica y Hasselblad han inmortalizado a importantes artistas nacionales e internacionles. Harleys, Tatuajes, Música y la noche han sido sus musas de inspiración.
ΑπάντησηΔιαγραφήes.wikipwdia.org
"Las fotos son los ojos del narrador de un cuento"
ΑπάντησηΔιαγραφήEs el fotógrafo de una generación y también el cronista visual de su propia vida. Alberto García-Alix echa la vista a sus primeras fotografías de mediados de los años setenta en una exposición en Madrid y que se desdobla en otra muestra que presenta sus nuevas experiencias en vídeo.
Doble propuesta de Alberto García-Alix (León, 1956), que inaugura simultáneamente dos nuevas exposiciones en Madrid: No me sigas... y Tres vídeos tristes. En ambos proyectos, García-Alix muestra facetas inéditas, o poco conocidas hasta ahora, de su trabajo. En No me sigas
... recupera un centenar de imágenes realizadas en la década de 1976 a 1986, la etapa de sus comienzos como fotógrafo, un periodo en el que trabajaba en pequeño formato, y dirigía su cámara fundamentalmente hacía su propio entorno vital y generacional. En Tres vídeos tristes, presenta una trilogía en vídeo realizada de 2003 a 2006, entre París y Madrid, que se configura como un gran autorretrato, una mirada interior en la que reflexiona sobre su propia trayectoria, sobre su vida, y también, implícitamente, sobre su modo de entender y practicar la fotografía. A la manera de un extenso monólogo en tres partes, Alberto García-Alix pone además su propia voz al texto que acompaña a las imágenes.
Si buena parte de su obra puede definirse en cierta medida como una fotografía de la experiencia, en la que cotidianidad y memoria encuentran su punto de equilibrio, dicha definición se ajusta ahora, perfectamente, a lo que ofrecen estas dos propuestas en su conjunto. Un acercamiento al universo emocional del propio artista, a través de un arco temporal que lleva desde su nacimiento como fotógrafo a un lugar desde el que mira atrás y construye el relato de su experiencia. Si en algún momento García-Alix se ha definido como cazador de imágenes, esta trilogía en vídeo sin duda muestra las "huellas" del cazador.
PREGUNTA. Después de tres décadas de trabajo y con un estilo largamente depurado y definido, ¿es consciente de haber generado una cierta escuela y haberse convertido en referente creativo?
RESPUESTA. Soy consciente de que a mucha gente le gusta mi trabajo, pero yo no soy santo de mi devoción.
P. Saca a la luz, en la exposición No me sigas
... , mucho trabajo inédito, de un periodo de formación de su mirada fotográfica, color, pequeño formato... ¿cómo definiría aquel periodo y qué papel jugó en su trayectoria?
R. En aquel periodo, la fotografía me sedujo. Se instaló en mi vida. Comencé a educar mi ojo y fui aprendiendo a sentir lo que miraba. Lógicamente, sin aquel periodo, tanto fotográfico como vital, hoy no haría lo que hago.
P. Encuentro esa etapa, de 1976 a 1986, mucho más intuitiva, también más directamente biográfica, de cazador de imágenes; frente a un García-Alix más reflexivo, más distanciado incluso, especialmente a partir de finales de los años noventa.
R. A la fuerza esa primera etapa fue más intuitiva. Soy autodidacta y cuando comencé a tomar fotos no tenía referencias. No creo que mis fotos tengan más carga biográfica ayer que hoy, sucede que entonces sólo fotografiaba mi entorno, pero ahora sí soy más cazador de imágenes que cuando empecé, tengo más cartuchos. Es decir, más conciencia y mayor intencionalidad. Lo que veo por la cámara me obliga a ello. La presión de mirar a comprender. La necesidad de ver a buscar. Como fotógrafo debo decidir el cómo y el dónde mirar. Fragmentar lo que ven mis ojos y darle sentido. Reconocerme. Lógicamente, me he hecho más reflexivo. Pero más distanciado, no. Justamente lo contrario, cada vez estoy más cerca... Quizás, más abstracto. Las fotografías, tal y como yo las entiendo, nacen de un estado interior. También de un encuentro. De ahí su magia.
P. Sus pies de foto siempre han sido importantes en sus imágenes y daban cuenta de un impulso narrativo implícito. Ahora parece responder a esa intención explícita de narrar mediante el uso del diaporama y el vídeo.
R. Los pies de foto las hacen andar. Siempre he tenido ese impulso narrativo, nace en el mismo momento que tomo la imagen. Las fotos son los ojos del narrador de un cuento.
P. En la trilogía en vídeo, el texto es la base sobre la que se fundamenta el montaje audiovisual. En este ejercicio la imagen secuencial podría variarse y, aun así, mostraría lo mismo.
R. El texto de esta obra, o mejor, las palabras, pueden ver lo que no pueden los ojos.
P. En sus "vídeos tristes" se inclina hacia la construcción de una atmósfera onírica que entra en diálogo y tensión con la objetividad y la inmediatez de lo fotográfico. ¿Realidad y sueño?
R. Creo un monólogo interior con la realidad que vivo. El sueño es la creación.
P. En muchas ocasiones el acto de ver y el de fotografiar se funden en uno solo. En su caso, además, el acto de vivir y el de fotografiar tienden a fundirse.
R. Qué le vamos hacer, nunca he podido separarlos. Una forma de ver es una forma de ser.
P. Ha realizado muchos autorretratos a lo largo de su trayectoria. ¿Cómo ha evolucionado ese juego de miradas entre usted y la cámara? Ahora, sus "tres vídeos tristes" vienen a ser como un gran autorretrato.
R. Los autorretratos son siempre un ejercicio interesante. Desde mis comienzos puedo verme transitar por mis fotos como un personaje más. Lógicamente, los míos evolucionan, a medida que yo los voy haciendo. La trilogía en vídeo es un gran autorretrato porque es un viaje introspectivo en busca de mi identidad. El viaje comienza en París. La ciudad me es extraña, no hablo el idioma, y no puedo ni quiero regresar. He quemado las naves de retorno. La soledad y el desconcierto me envuelven. Paseo por las calles, tomo fotos y miro en mi interior; la segunda parte transcurre mientras el desconcierto ha dejado paso al dolor; éste me envuelve, inevitablemente vuelvo a mirar en mi interior. Vivo en un laberinto; la tercera y última parte, realizada en Madrid durante estos últimos meses, es la conclusión de esa mirada. Un monólogo interior con una estructura visual diferente a los anteriores.
P. Las heridas físicas y las heridas simbólicas están muy presentes en su obra. ¿La fotografía es una forma de cerrar heridas?
R. La fotografía es una forma de evidenciarlas, todos tenemos heridas, cerrarlas es cosa nuestra. Lo que sí creo es que gracias a mis fotos, me he librado de ir al psiquiatra.
P. Entre sus referencias fotográficas ha citado, en algunas ocasiones, a Walker Evans, Arnold Newman o Dianne Arbus: la frontalidad de Evans, los retratos "ambientales" de Newman, la disidencia y la discrepancia de Arbus. ¿Se siente cómodo en esa compañía?
R. Soy fotógrafo, cómo no sentirme cómodo junto a mis maestros.
P. ¿Añadiría alguno más a la lista?
R. Sí, a muchos. Sería una lista muy larga, sólo entre los amigos llenaría esta entrevista.
P. Le ha gustado confrontar la fotografía con otros soportes, especialmente con la página impresa, con la edición. Ahora con el vídeo. ¿Cómo aborda ese diálogo entre diferentes soportes?
R. Para mí todos son lo mismo. Un cuarto de juguetes.
P. Con estas dos exposiciones parece que vuelve a retomar su proyecto "de echar la vista atrás", del que ya hablaba cuando realizó en 1993 la exposición Los malheridos, los bien amados, los traidores. ¿Un largo camino desde entonces?
R. Sí, un montón de naufragios, bancarrotas, milongas y qué sé yo.
el País, 23-9-2006