Πρόκειται για μια σειρά ιστοριών που δημοσίευσε ο ισπανός σκιτσογράφος Rodrigo, μια εμβληματική μορφή της μαδριλένικης movida των 80’s, και αφηγούνται το έρωτά του για τον Manuel. Με έντονο αυτοβιογραφικό περιεχόμενο, αναπαριστούν τον κόσμο των ομοφυλόφιλων ανδρών στη Μαδρίτη πριν η Chueca γίνει αυτό που όλοι γνωρίζουμε σήμερα. Εδώ σου έχω και μια συνέντευξή του, αν μπορείς να διαβάσεις ισπανικά:
Parece no haber envejecido un pelo. Han pasado unos cuantos años ya desde que la mítica revista La Luna de Madrid publicase por entregas, entre 1983 y 1985, Manuel, y sin embargo sigue deslumbrando a todo el que se acerca a él por primera vez. Manuel fue un auténtico bombazo en el mundo de la ilustración y la historieta, y ahora, veinte años después, Manuel no está solo, y Rodrigo, su autor, tampoco. Ediciones Sins Entido recupera aquel apasionado relato en una cuidada edición, junto con otras siete historias del propio RODRIGO, que fueron apareciendo en las revistas de la Movida madri- leña, con el colofón de una revisión actual de lo que fue su idílica atracción por Manuel dos décadas después. Ciento cuarenta páginas llenas de entra- ñas y otras pasiones. Manuel es el nombre del personaje del que se enamora un alter ego muy muy parecido al propio Rodrigo. Juntos disfrutan de su compañía mutua en una fantasía de acercamiento y devoción, propias de un amor imposible, por las calles de Madrid. Con una libertad absoluta y pionera, Rodrigo construyó una incendiaria historia de amor difícil de olvidar, tanto por las entretelas del relato, como por los hallazgos técnicos, que significó una ruptura con el len- guaje tradicional: extraordinario trazo realista, puntos de vista imposibles y una narración que aún hoy asusta. Por todo, coincidiendo con la publicación del exquisito cómic, del 7 al 21 de junio, dentro del I Festival Visible, Espacio Sins Entido organiza una exposición en la que se mostrarán los originales de Manuel. Todo el amor, las entretelas y otras pasiones de esta historia, no estarán solos, porque Rodrigo también colocará en el Espacio la escultura con la que el artista triunfó en la edición de ARCO de 1983. EL AUTOR, RODRIGO Cuando dibuja se le ve el plumero: siempre vuelve a las Meninas. También le gusta el realismo del siglo XX, el de Ramón Casas y Joaquín Sorolla, y reco- noce ser incapaz de despegarse de las vistas de Hopper o de Antonio López, que le siguen volviendo loco, ni del Barroco español, la música de Eric Satie o la película “Rumbo a Río”, protagonizada por Marisol. RODRI- GO es un dibujante de leyenda con la historia de una obsesión entre manos, que le señala como autor referencia de la Movida desde que se cruzara con Manuel en la piscina de la Casa de Campo madrileña. Del encuentro nace una escultura, con la que el artista triunfó en la edición de ARCO de 1983, y este fantástico Manuel, publicado por entregas en La Luna de Madrid, en el mismo año ¿Cómo nace Manuel? Empecé a dibujarlo en 1982, recordando una historia vivida en 1977. En ese verano conocí a Manuel en la piscina de la Casa de Campo, de Madrid. Sin Manuel, no hubiera existido Manuel. Y aunque nos tratamos poco y dejamos de vernos pronto, él fue el estímulo que comencé a dibujar siete años más tarde. Se publicaban cuatro páginas al mes en la revista La Luna de Madrid, que dirigía Borja Casani, y durante el año que tardé en hacerla me pasó de todo. ¿Por qué autobiográfico? No se me pasó por la cabeza incluir a un personaje de ficción que interpre- tarse mi papel. No le di muchas vueltas, me pareció lo más natural dibujar- me en ella, porque me pasó a mí. Al dibujarme yo mismo me reconocían cuando salía por ahí y me abordaban con sugerencias, felicitaciones o cen- suras. Esto me descolocaba, pero hizo de aquél trabajo algo muy vivo, hasta el punto que poco tiene que ver el dibujo del comienzo con el del final. Si tuve algún hallazgo narrativo no fui consciente entonces, de tan espontáne- as como iban surgiendo las páginas, entre músicas de Nino Rotta, lágrimas del recuerdo y furibundos deseos no consumados. Por allí se pasearon todos mis amigos, algunos como Nuevo y Vicente Patón dibujando directamente. Otros, como Coqui, hicieron de Manuel. Todos mis mitos, Antonio López, Marisol, Eric Satie o Visconti… Mi casa, un sótano en la calle de la Madera, donde nunca entraba el sol, Madrid y, en fin, todo cuanto me rodeaba o que- ría en aquél tiempo. Para mí fue mucho más que hacer un cómic. Ahora que recuerdas a tus amigos, ¿cómo viviste La Movida Madrileña? La viví como telón de fondo, es decir, salía a hacer la compra y veía a Alaska; salías a tomarte una coca-cola y te topabas con McNamara de purpurina y oro. Eran mitos de barrio. La movida fue una ilusión casera. Tu dibujo es realista, ¿cuándo nace esa vocación? Creo que es anterior a mis estudios de Arquitectura y Bellas Artes. Cuando era muy pequeño, en Tetuán, dibujaba con el señor Ariza en un lavadero, en la azotea de mi casa todo lo que nos rodeaba: los cacharros, el paisaje, la ropa. Es lo mejor que me ha pasado en la infancia. Me quedó un gusto desde entonces por recrear lo que hay. En este sentido, qué referencias pictóricas te gustaría destacar. El Barroco, la pintura: Velázquez, Rembrandt, Vermeer, Ribera y Caravaggio, por este orden. De Goya me gusta todo, es el artista más fascinante que ha existido, porque no rechaza nada y va de lo más sombrío a lo más delicado. Me gusta mucho el impresionismo con el recio dibujo español de Casas, Beruete, Sorolla o Rusiñol. Durante muchos años parecía que teníamos que pedir permiso por ello, pero a mí me fascina ese dibujo español, magro, denso, hondo y sólido. Hay un denominador común en la pintura española, que llega hasta Antonio López o Clara Gangutia Creo que no entiendes un solo trabajo sin pasión… Sobre todo éste. Sin ese motor no hubiera podido crear un libro de tantas páginas y una escultura, que tanto me costó hacer. Como ya no había mode- lo tuve que resolver el volumen de la figura a golpe de espejo, como los dibu- jos. Pero tanta pasión… a veces quisiera ser frío como un lenguado. ¿Alguna vez te perjudicó el contenido sexual del libro? No, nunca. Al contrario, casi siempre percibí una cierta complicidad en todos los comentarios sobre el cómic, lo que, desde luego, me reconfortaba bas- tante. Salvo mi madre, que lo guardaba bajo los camisones de su armario. Dossier prensa Rodrigo. 02 ¿Qué te parece la recuperación de Manuel, veinte años después? Estupenda. Sins Entido se ha centrado en lo que podríamos llamar lo manue- lino, pero durante este tiempo he mantenido una cierta trayectoria en la plás- tica, que me ha dado alguna que otra alegría. De hecho, hay gente que me recuerda más por este trabajo que por el Manuel. Pero el impacto de Manuel no se olvida, ha perdurado hasta el punto de que hay personas que estaban muy interesadas en que saliera adelante y me animaron a mí y a Jesús Moreno a reeditarlo. Pero como bien dice el subtítulo, “Manuel no está solo”… Así es, hacemos una recopilación de ocho historias en total: Manuel, Génesis, Toi et Moi, Quién está ahora, Aisha Candisha, Viaje a Nottae, Pobres y el Epílogo. Todas ellas de aquellos años, los años ochenta, menos Epílogo, que se publicó en mayo de este año, en la revista Descubrir el Arte. Háblame de este relato. Rafael Sierra, el subdirector de la revista, me comentó que, ante la inminen- te reedición de Manuel, bien podía hacerle algunas páginas al respecto en su revista, Descubrir el Arte. Fue instantánea la idea de recrear un guiño que me había hecho la vida no hace mucho. Trabajando de noche en el taller oí la entrevista que le hacían a un tal “Manolo”, del campamento que trabajado- res de la empresa Sintel, en despido forzoso, habían instalado en la Castellana. Era él, no había dudas. Así que a la mañana siguiente fui a su encuentro de nuevo. Habían pasado veinticinco años. EL PODER DEL AMOR Rodrigo es como un río, como una imparable corriente de agua que te arras- tra, con su apasionada manera de pensar la vida y el arte, a medida que va desgranando citas sobre la génesis de esa poderosa historia de amor que es Manuel: el sótano desde el que el artista se asoma a la ciudad; la piscina donde el cuerpo de Manuel se muestra, por vez primera, en todo su esplen- dor; el nacimiento del amor-deseo, con la ayuda de Cupido; las calles de Madrid, mágicas y monstruosas a la vez; la discoteca Consulado; el encuen- tro con algunos de sus amigos; la alegría teatral de Comediants; bolsas de basura tiradas junto a su ventana y a continuación un momento álgido, el desnudo de Manuel, un desnudo sin consecuencias porque él no quiere; más tarde él también con el mono de Sintel y finalmente la Magdalena penitente en el taller del artista, como una metáfora de su propio dolor, que trata de ocultar, escondiéndose bajo las sábanas. La segunda parte del viaje comienza con una bajada a los “infiernos”: el cine Carretas, el Paseo de Recoletos, un cuarto oscuro y, por último, la sauna. Después, Rodrigo se transmuta en el sufriente Gustav von Aschenbach, de Muerte en Venecia, espiando a Manuel y tras una dura página, en la que el artista trata de autodestruirse con comida -una de las más duras de toda la historia-, otra vez los dos juntos, con Manuel entrando en el universo creati- vo del artista, donde se hacen visibles algunos de sus mitos, desde los más cultos a los más prosaicos: Eric Satie, Escher, Antonio López, Víctor Erice, Marisol en la película Rumbo a Río; la infanta Margarita de Velázquez… Todo comenzó en una piscina en 1977. Esa tarde que pasaron juntos fue el principio de todo, el inicio de una historia de amor que ha sobrevivido en su memoria y en el inconsciente colectivo de muchos de los que conocimos el cómic de primera mano, gracias a su aparición entre 1983 y 1984, por entre- gas, en la revista La Luna de Madrid. El álbum fue publicado poco más tarde, en 1985, mientras que la historia real transcurrió entre el verano de 1977 y el de 1978. Entonces, Rodrigo, a modo de romántico y desesperado epílogo, le regala a Manuel unos dibujos, que fueron el germen de lo que luego sería este cómic. Antes de dibujarlo, Rodrigo había realizado una escultura en la que apa- rece él, a la manera de un enamorado alien, abrazando desde dentro a Manuel. La pieza se exhibió en la edición de 1983 de ARCO, y fue una de las sensaciones de la feria de aquel año. ¿Qué ha pasado para que veinte años después se reedite? Que se ha con- vertido en un rara avis del cómic español, en un clásico, en una historia casi única de amor entre iguales, entre dos hombres. Aunque, realmente, se trata de una historia de amor no correspondido, de una historia de amor incom- pleto, porque uno de los dos protagonistas no ama. Un argumento muy ad hoc en las historias románticas gays anteriores a los noventa. Era el argumen- to perfecto para construir historias de amor no correspondido, historias de amor imposible y maldito. Manuel es la memoria de una historia de amor y el retrato de una época, de un momento social y vital en el que todo parecía posible. En el que los sueños se podían cumplir, porque los sueños colectivos, guardados en un baúl durante cuarenta años, se estaban haciendo realidad: cambios políticos, sociales y estéticos; nuevas músicas; novedosas propuestas plásticas y cine- matográficas... Las ciudades ex franquistas recuperaban el color y la alegría de vivir. La gente volvía a creer que la vida podía ser vivida de otra forma, incluso de otras formas, cada uno la suya, sin fórmulas ni recetas de obliga- do cumplimiento. Pero lo que también convierte a Manuel en un clásico es su factura y la riqueza de su propuesta estética, basada en un realismo que quizás jugaba en su contra en el momento de su aparición, en las páginas de un hito de la modernidad y de la Movida madrileña, como fue La Luna. Precisamente ese clasicismo le ha permitido resistir al paso del tiempo, confiriéndole una intemporalidad que, a la larga, le ha beneficiado. Y es que los modelos de Rodrigo son creadores más o menos “clásicos”. Así, encontramos al cineas- ta Víctor Erice y una obra de Antonio López –en 1992 filmaron juntos la pelí- cula El sol del membrillo– y a Velázquez. Las distintas viñetas que componen la obra pasan del hiperrealismo, al expresionismo o el surrealismo, así hasta llegar casi a la abstracción en algunos momentos. El artista se deja arrastrar por la historia, reflejando en cada instante, a través del dibujo, la psicología de su protagonista, con quien se funde y confunde En ese continuo pasar del drama a la comedia y del esperpento al más puro costumbrismo, radica la riqueza de estilos y lenguajes, así como la con- tinua subversión de las normas narrativas del cómic que le llevan a, por ejem- plo, entrar en la página por el lugar que el lector a priori menos se imagina. Páginas por otra parte llenas de detalles que al lector le resultan inasibles en una primera visión y es que Manuel, como las buenas novelas, necesita más de una “lectura” para dar todo lo que lleva dentro. Manuel, que quede claro a estas alturas de la película, es una obra de arte que, junto a la escultura, compone un grupo artístico sin igual en la historia del arte español de cualquier época. Rodrigo, gracias a Manuel, sólo podría ser comparado a otros grandes nombres del cómic gay internacional como Nazario, Tom de Finlandia o Ralf König. Aunque pronto Rodrigo desarrolló una carrera más cercana al mundo del arte, que al de las viñetas, lo que hace más raro y original, si cabe, a este artista inclasificable que en 1985 publicó Manuel y que ahora, veinte años más tarde, vuelve a ver nacer a su criatura artística, de la mano de Ediciones Sins Entido y de su director Jesús Moreno, quien, con la inestimable ayuda de Peio Hernández, ofrecen una nueva opor- tunidad a Manuel, para que vuelva a la vida y enamore, con su belleza clási- ca y osuna, a los lectores del siglo XXI. Pablo Peinado, Director del I Festival Visible
τι ωραία σχέδια. Μπεεεράβο που τα ανακάλυψες...
ΑπάντησηΔιαγραφήΠολύ μου αρέσουν.
Πρόκειται για μια σειρά ιστοριών που δημοσίευσε ο ισπανός σκιτσογράφος Rodrigo, μια εμβληματική μορφή της μαδριλένικης movida των 80’s, και αφηγούνται το έρωτά του για τον Manuel. Με έντονο αυτοβιογραφικό περιεχόμενο, αναπαριστούν τον κόσμο των ομοφυλόφιλων ανδρών στη Μαδρίτη πριν η Chueca γίνει αυτό που όλοι γνωρίζουμε σήμερα.
ΑπάντησηΔιαγραφήΕδώ σου έχω και μια συνέντευξή του, αν μπορείς να διαβάσεις ισπανικά:
Parece no haber envejecido un pelo. Han pasado unos cuantos años ya
desde que la mítica revista La Luna de Madrid publicase por entregas, entre
1983 y 1985, Manuel, y sin embargo sigue deslumbrando a todo el que se
acerca a él por primera vez. Manuel fue un auténtico bombazo en el mundo
de la ilustración y la historieta, y ahora, veinte años después, Manuel no está
solo, y Rodrigo, su autor, tampoco. Ediciones Sins Entido recupera aquel
apasionado relato en una cuidada edición, junto con otras siete historias del
propio RODRIGO, que fueron apareciendo en las revistas de la Movida madri-
leña, con el colofón de una revisión actual de lo que fue su idílica atracción
por Manuel dos décadas después. Ciento cuarenta páginas llenas de entra-
ñas y otras pasiones.
Manuel es el nombre del personaje del que se enamora un alter ego muy
muy parecido al propio Rodrigo. Juntos disfrutan de su compañía mutua en
una fantasía de acercamiento y devoción, propias de un amor imposible, por
las calles de Madrid. Con una libertad absoluta y pionera, Rodrigo construyó
una incendiaria historia de amor difícil de olvidar, tanto por las entretelas del
relato, como por los hallazgos técnicos, que significó una ruptura con el len-
guaje tradicional: extraordinario trazo realista, puntos de vista imposibles y
una narración que aún hoy asusta.
Por todo, coincidiendo con la publicación del exquisito cómic, del 7 al 21
de junio, dentro del I Festival Visible, Espacio Sins Entido organiza una
exposición en la que se mostrarán los originales de Manuel. Todo el amor, las
entretelas y otras pasiones de esta historia, no estarán solos, porque Rodrigo
también colocará en el Espacio la escultura con la que el artista triunfó en la
edición de ARCO de 1983.
EL AUTOR, RODRIGO
Cuando dibuja se le ve el plumero: siempre vuelve a las Meninas. También le
gusta el realismo del siglo XX, el de Ramón Casas y Joaquín Sorolla, y reco-
noce ser incapaz de despegarse de las vistas de Hopper o de Antonio
López, que le siguen volviendo loco, ni del Barroco español, la música de
Eric Satie o la película “Rumbo a Río”, protagonizada por Marisol. RODRI-
GO es un dibujante de leyenda con la historia de una obsesión entre manos,
que le señala como autor referencia de la Movida desde que se cruzara con
Manuel en la piscina de la Casa de Campo madrileña. Del encuentro nace
una escultura, con la que el artista triunfó en la edición de ARCO de 1983, y
este fantástico Manuel, publicado por entregas en La Luna de Madrid, en el
mismo año
¿Cómo nace Manuel?
Empecé a dibujarlo en 1982, recordando una historia vivida en 1977. En ese
verano conocí a Manuel en la piscina de la Casa de Campo, de Madrid. Sin
Manuel, no hubiera existido Manuel. Y aunque nos tratamos poco y dejamos
de vernos pronto, él fue el estímulo que comencé a dibujar siete años más
tarde. Se publicaban cuatro páginas al mes en la revista La Luna de Madrid,
que dirigía Borja Casani, y durante el año que tardé en hacerla me pasó de
todo.
¿Por qué autobiográfico?
No se me pasó por la cabeza incluir a un personaje de ficción que interpre-
tarse mi papel. No le di muchas vueltas, me pareció lo más natural dibujar-
me en ella, porque me pasó a mí. Al dibujarme yo mismo me reconocían
cuando salía por ahí y me abordaban con sugerencias, felicitaciones o cen-
suras. Esto me descolocaba, pero hizo de aquél trabajo algo muy vivo, hasta
el punto que poco tiene que ver el dibujo del comienzo con el del final. Si
tuve algún hallazgo narrativo no fui consciente entonces, de tan espontáne-
as como iban surgiendo las páginas, entre músicas de Nino Rotta, lágrimas
del recuerdo y furibundos deseos no consumados. Por allí se pasearon todos
mis amigos, algunos como Nuevo y Vicente Patón dibujando directamente.
Otros, como Coqui, hicieron de Manuel. Todos mis mitos, Antonio López,
Marisol, Eric Satie o Visconti… Mi casa, un sótano en la calle de la Madera,
donde nunca entraba el sol, Madrid y, en fin, todo cuanto me rodeaba o que-
ría en aquél tiempo. Para mí fue mucho más que hacer un cómic.
Ahora que recuerdas a tus amigos, ¿cómo viviste La Movida Madrileña?
La viví como telón de fondo, es decir, salía a hacer la compra y veía a Alaska;
salías a tomarte una coca-cola y te topabas con McNamara de purpurina y
oro. Eran mitos de barrio. La movida fue una ilusión casera.
Tu dibujo es realista, ¿cuándo nace esa vocación?
Creo que es anterior a mis estudios de Arquitectura y Bellas Artes. Cuando
era muy pequeño, en Tetuán, dibujaba con el señor Ariza en un lavadero, en
la azotea de mi casa todo lo que nos rodeaba: los cacharros, el paisaje, la
ropa. Es lo mejor que me ha pasado en la infancia. Me quedó un gusto desde
entonces por recrear lo que hay.
En este sentido, qué referencias pictóricas te gustaría destacar.
El Barroco, la pintura: Velázquez, Rembrandt, Vermeer, Ribera y Caravaggio,
por este orden. De Goya me gusta todo, es el artista más fascinante que ha
existido, porque no rechaza nada y va de lo más sombrío a lo más delicado.
Me gusta mucho el impresionismo con el recio dibujo español de Casas,
Beruete, Sorolla o Rusiñol. Durante muchos años parecía que teníamos que
pedir permiso por ello, pero a mí me fascina ese dibujo español, magro,
denso, hondo y sólido. Hay un denominador común en la pintura española,
que llega hasta Antonio López o Clara Gangutia
Creo que no entiendes un solo trabajo sin pasión…
Sobre todo éste. Sin ese motor no hubiera podido crear un libro de tantas
páginas y una escultura, que tanto me costó hacer. Como ya no había mode-
lo tuve que resolver el volumen de la figura a golpe de espejo, como los dibu-
jos. Pero tanta pasión… a veces quisiera ser frío como un lenguado.
¿Alguna vez te perjudicó el contenido sexual del libro?
No, nunca. Al contrario, casi siempre percibí una cierta complicidad en todos
los comentarios sobre el cómic, lo que, desde luego, me reconfortaba bas-
tante. Salvo mi madre, que lo guardaba bajo los camisones de su armario.
Dossier prensa Rodrigo. 02
¿Qué te parece la recuperación de Manuel, veinte años después?
Estupenda. Sins Entido se ha centrado en lo que podríamos llamar lo manue-
lino, pero durante este tiempo he mantenido una cierta trayectoria en la plás-
tica, que me ha dado alguna que otra alegría. De hecho, hay gente que me
recuerda más por este trabajo que por el Manuel. Pero el impacto de Manuel
no se olvida, ha perdurado hasta el punto de que hay personas que estaban
muy interesadas en que saliera adelante y me animaron a mí y a Jesús
Moreno a reeditarlo.
Pero como bien dice el subtítulo, “Manuel no está solo”…
Así es, hacemos una recopilación de ocho historias en total: Manuel, Génesis,
Toi et Moi, Quién está ahora, Aisha Candisha, Viaje a Nottae, Pobres y el
Epílogo. Todas ellas de aquellos años, los años ochenta, menos Epílogo, que
se publicó en mayo de este año, en la revista Descubrir el Arte.
Háblame de este relato.
Rafael Sierra, el subdirector de la revista, me comentó que, ante la inminen-
te reedición de Manuel, bien podía hacerle algunas páginas al respecto en su
revista, Descubrir el Arte. Fue instantánea la idea de recrear un guiño que me
había hecho la vida no hace mucho. Trabajando de noche en el taller oí la
entrevista que le hacían a un tal “Manolo”, del campamento que trabajado-
res de la empresa Sintel, en despido forzoso, habían instalado en la
Castellana. Era él, no había dudas. Así que a la mañana siguiente fui a su
encuentro de nuevo. Habían pasado veinticinco años.
EL PODER DEL AMOR
Rodrigo es como un río, como una imparable corriente de agua que te arras-
tra, con su apasionada manera de pensar la vida y el arte, a medida que va
desgranando citas sobre la génesis de esa poderosa historia de amor que es
Manuel: el sótano desde el que el artista se asoma a la ciudad; la piscina
donde el cuerpo de Manuel se muestra, por vez primera, en todo su esplen-
dor; el nacimiento del amor-deseo, con la ayuda de Cupido; las calles de
Madrid, mágicas y monstruosas a la vez; la discoteca Consulado; el encuen-
tro con algunos de sus amigos; la alegría teatral de Comediants; bolsas de
basura tiradas junto a su ventana y a continuación un momento álgido, el
desnudo de Manuel, un desnudo sin consecuencias porque él no quiere; más
tarde él también con el mono de Sintel y finalmente la Magdalena penitente
en el taller del artista, como una metáfora de su propio dolor, que trata de
ocultar, escondiéndose bajo las sábanas.
La segunda parte del viaje comienza con una bajada a los “infiernos”: el
cine Carretas, el Paseo de Recoletos, un cuarto oscuro y, por último, la sauna.
Después, Rodrigo se transmuta en el sufriente Gustav von Aschenbach, de
Muerte en Venecia, espiando a Manuel y tras una dura página, en la que el
artista trata de autodestruirse con comida -una de las más duras de toda la
historia-, otra vez los dos juntos, con Manuel entrando en el universo creati-
vo del artista, donde se hacen visibles algunos de sus mitos, desde los más
cultos a los más prosaicos: Eric Satie, Escher, Antonio López, Víctor Erice,
Marisol en la película Rumbo a Río; la infanta Margarita de Velázquez…
Todo comenzó en una piscina en 1977. Esa tarde que pasaron juntos fue el
principio de todo, el inicio de una historia de amor que ha sobrevivido en su
memoria y en el inconsciente colectivo de muchos de los que conocimos el
cómic de primera mano, gracias a su aparición entre 1983 y 1984, por entre-
gas, en la revista La Luna de Madrid. El álbum fue publicado poco más tarde,
en 1985, mientras que la historia real transcurrió entre el verano de 1977 y el
de 1978. Entonces, Rodrigo, a modo de romántico y desesperado epílogo, le
regala a Manuel unos dibujos, que fueron el germen de lo que luego sería este
cómic.
Antes de dibujarlo, Rodrigo había realizado una escultura en la que apa-
rece él, a la manera de un enamorado alien, abrazando desde dentro a
Manuel. La pieza se exhibió en la edición de 1983 de ARCO, y fue una de las
sensaciones de la feria de aquel año.
¿Qué ha pasado para que veinte años después se reedite? Que se ha con-
vertido en un rara avis del cómic español, en un clásico, en una historia casi
única de amor entre iguales, entre dos hombres. Aunque, realmente, se trata
de una historia de amor no correspondido, de una historia de amor incom-
pleto, porque uno de los dos protagonistas no ama. Un argumento muy ad
hoc en las historias románticas gays anteriores a los noventa. Era el argumen-
to perfecto para construir historias de amor no correspondido, historias de
amor imposible y maldito.
Manuel es la memoria de una historia de amor y el retrato de una época,
de un momento social y vital en el que todo parecía posible. En el que los
sueños se podían cumplir, porque los sueños colectivos, guardados en un
baúl durante cuarenta años, se estaban haciendo realidad: cambios políticos,
sociales y estéticos; nuevas músicas; novedosas propuestas plásticas y cine-
matográficas... Las ciudades ex franquistas recuperaban el color y la alegría
de vivir. La gente volvía a creer que la vida podía ser vivida de otra forma,
incluso de otras formas, cada uno la suya, sin fórmulas ni recetas de obliga-
do cumplimiento.
Pero lo que también convierte a Manuel en un clásico es su factura y la
riqueza de su propuesta estética, basada en un realismo que quizás jugaba
en su contra en el momento de su aparición, en las páginas de un hito de la
modernidad y de la Movida madrileña, como fue La Luna. Precisamente ese
clasicismo le ha permitido resistir al paso del tiempo, confiriéndole una
intemporalidad que, a la larga, le ha beneficiado. Y es que los modelos de
Rodrigo son creadores más o menos “clásicos”. Así, encontramos al cineas-
ta Víctor Erice y una obra de Antonio López –en 1992 filmaron juntos la pelí-
cula El sol del membrillo– y a Velázquez. Las distintas viñetas que componen
la obra pasan del hiperrealismo, al expresionismo o el surrealismo, así hasta
llegar casi a la abstracción en algunos momentos. El artista se deja arrastrar
por la historia, reflejando en cada instante, a través del dibujo, la psicología
de su protagonista, con quien se funde y confunde
En ese continuo pasar del drama a la comedia y del esperpento al más
puro costumbrismo, radica la riqueza de estilos y lenguajes, así como la con-
tinua subversión de las normas narrativas del cómic que le llevan a, por ejem-
plo, entrar en la página por el lugar que el lector a priori menos se imagina.
Páginas por otra parte llenas de detalles que al lector le resultan inasibles en
una primera visión y es que Manuel, como las buenas novelas, necesita más
de una “lectura” para dar todo lo que lleva dentro.
Manuel, que quede claro a estas alturas de la película, es una obra de arte
que, junto a la escultura, compone un grupo artístico sin igual en la historia
del arte español de cualquier época. Rodrigo, gracias a Manuel, sólo podría
ser comparado a otros grandes nombres del cómic gay internacional como
Nazario, Tom de Finlandia o Ralf König. Aunque pronto Rodrigo desarrolló
una carrera más cercana al mundo del arte, que al de las viñetas, lo que hace
más raro y original, si cabe, a este artista inclasificable que en 1985 publicó
Manuel y que ahora, veinte años más tarde, vuelve a ver nacer a su criatura
artística, de la mano de Ediciones Sins Entido y de su director Jesús Moreno,
quien, con la inestimable ayuda de Peio Hernández, ofrecen una nueva opor-
tunidad a Manuel, para que vuelva a la vida y enamore, con su belleza clási-
ca y osuna, a los lectores del siglo XXI.
Pablo Peinado, Director del I Festival Visible
Πρόκειται για (εικονογραφημένες)ιστορίες που δημοσιεύτηκαν σε συνέχειες μεταξύ 82-85 και πρόσφατα επανακυκλοφόρησαν συγκεντρωμένες σε λεύκωμα.
ΑπάντησηΔιαγραφήμπεεεευχαριστώ πολύ για την συνέντευξη αλλά δυστυχώς δεν γνωρίζω ισπανικά.
ΑπάντησηΔιαγραφήπαρόλα αυτά μπεεευχαριστώ και πάλι.
xxxxx
ωραια τα σκίτσα. Ε, τα πράγματα ήταν διαφορετικά, αλλά πιοος το φανταζόταν ότι θα εξελίσσονταν έτσι, ε?
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